La presentación de las nuevas autoridades de Rivadavia Primero, el espacio político que supo gobernar el municipio por 24 años, estuvo lejos de ser una fiesta. En lugar de entusiasmo y renovación, el acto estuvo marcado por la desmotivación, con dirigentes y militantes que apenas prestaban atención, sumergidos en sus celulares y con rostros de evidente aburrimiento.
La Unión Cívica Radical (UCR), que en Rivadavia se refugió bajo el sello de Rivadavia Primero, atraviesa un momento de profunda crisis, reflejo de lo que sucede a nivel nacional. Tras haber perdido el control del municipio en las últimas elecciones, el radicalismo local no encuentra un norte claro y ahora, en el rol de oposición, parece no poder definir su estrategia política.
El verdadero problema que enfrenta la UCR en Rivadavia es el mismo que a nivel nacional: la falta de liderazgo y de una identidad política fuerte que logre diferenciarla. Ya no son gobierno, pero tampoco logran consolidarse como una oposición real. Ese lugar ha sido ocupado por La Libertad Avanza, el partido de Javier Milei, que con su discurso disruptivo y su presencia mediática domina la escena política y desplaza al radicalismo a un papel secundario.
En este contexto, Rivadavia Primero intenta hacer ruido y llamar la atención, pero la realidad es que su impacto es limitado. En el acto de presentación de su nueva dirigencia, ni siquiera sus propios referentes parecieron interesados en lo que se decía. Con una militancia desmotivada y sin una estrategia clara, el radicalismo local enfrenta un futuro incierto, mientras el escenario político sigue reconfigurándose sin ellos como protagonistas.